Parece fácil decirlo ahora, en el diario del lunes. Dos semanas atrás Andy Murray era un gran candidato ha lograr lo que ayer consiguió en el domingo londinense. Su victoria en sets corridos, 6-4, 7-6 y 7-6 contra Milos Raonic, no hizo más que refrendar una verdad instalada en la atmósfera tenística: el escocés es el único aspirante a jugar en la misma liga de jerarquía y continuidad en la que se mueve Novak Djokovic. La salida temprana del serbio, a manos de Sam Querrey, dejó el camino despejado para el tercer título de Grand Slam, segundo en Wimbledon, del ahora cómodo número 2 del ranking mundial.
El repaso de la final exhibe un claro margen en el andar del británico. Los números grandes lucen ajustados pero el desarrollo desmiente esa supuesta paridad. Murray manejó casi todos los momentos vitales del marcador, esos en los que los puntos valen uno pero influyen bastante más. Al mirar las estadísticas, se encuentran más winners y menos errores no forzados. Y al mirar palancas del juego, se ve claramente que el escocés impuso condiciones en el concepto clave del enfrentamiento: uno de los mejores servicios no pudo contra la mejor devolución. Así, Raonic, que suele jugar con el 90% de puntos ganados con el primer saque, esta vez debió conformarse con poco más del 70%. Y si bien fue quebrado una sola vez en el partido, los 7 break points que enfrentó y los escasos 8 aces que convirtió, muestran que no tuvo en el servicio la plataforma habitual para ejercer su superioridad.
Wimbledon 2016 nos deja con un par de grandes titulos. Para el tenis argentino, la sabrosa sensación de que Juan Martin Del Potro puede ser, otra vez, una realidad influyente en el circuito. En esa dirección, su triunfo frente a Wawrinka y su presencia en tercera ronda, son el aval para su plan de recuperación. En el contexto global, Gran Bretaña disfruta de un gran campeón, un tenista brillante que no solo terminó con 77 años sin campeones locales, sino que ahora puede exhibir dos títulos en 4 años. Su tenis jamás se discutió y ahora reclama un lugar importante en la historia moderna. Mucho más alejado del resto que de Federer, Nadal y Djokovic, no existe la menor duda de que Andy Murray es el cuarto crack de un tiempo inolvidable del tenis masculino.